lunes, 29 de diciembre de 2008

El enemigo


Verlaine le llamó Monsieur Prud'homme; Rémy de Gourmont, Celui qui ne comprend pas; Baudelaire simplemente burgués; Unamuno, bárbaro. Se le ha denominado también: microcáfalos, cretino, filisteo...

Es un personaje sesudo y aplomado, por lo general, que ha desarrollado de un modo imponente el sentido común, mediante la atrofia del entendimiento y la sensibilidad; tiene la mentalidad estrictamente dosificada; subordina tácitamente su vida espiritual al perfecto equilibrio de sus funciones gástricas, y profesa un verdadero pánico a la neurastenia.

Sus ideas son conservadoras, aun cuando milite en partidos avanzados; es ecléctico por inclinación natural, y acepta sin discutirlas todas las ortodoxias, por la sola autoridad de la comunis opinio; ama el orden y la seguridad interior de los Estados, porque otra cosa perturbaría su digestión; es firme sostén de los hechos consumados, de los intereses adquiridos. Sólo da importancia a las cosas prácticas, de inmediata aplicación y utilidad reconocida; lo demás son para él pasatiempos que no deben ser nunca exagerados ni extravagantes.

Este interesante personaje es, según los casos, estadista, magistrado, académico, ingeniero, catedrático, rentista.

A primera vista parece completamente inofensivo; pero pensad bien en lo que ha hecho: él arrojó al fuego los libros de Don Quijote, sostuvo que el Greco estaba loco, dejó morir a Verlaine en un hospital, se burló de Oscar Wilde, silbó a Wagner, dictó un libro a Max Nordau, despreció a Dante Gabriel Rosetti, injurió a Ruskin y ahogó el movimiento decadentista.

Una mujer, Rachilde, de espíritu sediento de idealidad, que fue satánica por rebeldía ha escrito: "Son necesarios, ésos, los convencidos de nacimiento, para que se enmiende o reviente la Bestia Burguesa, cuya grasa rezumante concluye por untarnos a todos".

"Obra de odio y obra de amor deben unirse delante del enemigo maldito: la humanidad indiferente".

Y esta es verdad nunca desmentida, porque hoy como nunca, la estirpe, siempre numerosa del Cura y del Barbero, se ha multiplicado en una proporción arrolladora, y, dotada de la tenacidad del asno, amenaza invadir y acaparar toda la vida moderna...



Vicente Risco